No te conduelas más, por todo lo que has hecho. La rosa tiene espinas. Fango las claras fuentes. Nubes y eclipses ciegan a la Luna y al Sol y en el botón más tierno mora un puerco gusano. Todos los hombres yerran y yo también lo hago, excusando tu ofensa con cien comparaciones, dañándome a mí mismo, para salvar tu error, disculpando tus faltas, mas de lo que mereces. A tu sensual error, le doy mi beneplácito, y tu mismo rival se torna en tu abogado- y actuó contra mí, por defender mi causa. Tal batalla civil hay entre amor y odio, que necesariamente, me implica, siendo cómplice, de aquel dulce ladrón, que agriamente me roba.